Walter Hugo y un cuento emocionante

Es raro no saber de quien se trata el que realizó este cuento en base a hechos reales...
Ya es parte de Rosario, donde fue distinguido por el Concejo Municipal, pero tiene esa potencia uruguaya, que emociona en cada grito de gol, y en tiempos de corona virus

Les regalamos este cuento emocionante, de los hinchas de Rosario Central, y sus vivencias con Claudio Giglioni en la copa conmebol 1995:

FIESTA PATRIA CANALLA               Testimonial

-Y ahora, maestro...qué decimos?
-Yo creo que si Central tiene la pelota puede revertir el resultado...
-Son cuatro goles, hermano...no es broma.
-Allá va a ser otra cosa, eh? Estoy seguro que si Central juega como puede, va a ser campeón...
-Entonces, vamos a jugarnos con todo.
-Dále.
       -"Ahora te quiero ver canalla. Esta es la oportunidad para mostrarle al mundo cuánta verdad hay en ese canto con el que me aturdís cada domingo en el Gigante. Eso de que no sos pecho frío, que sos guerrero. Quiero saber si es cierto. Es verdad que tu pecho quema? Cuánto calor tenés guardado en el corazón?A vos te hablo canalla. Escucháme bien, a vos te hablo canallón. Todavía estás aturdido -igual que nosotros- por este 0-4 mentiroso.
El martes que viene te quiero ver en la cancha. Vamos a pasar lista. Hay que llenar el estadio. Ese es tu partido. EL PARTIDO. No te olvides que cae justo el 19 de diciembre. Una fecha muy especial para las hazañas. Nosotros vamos a estar. Los jugadores también, obviamente. Quiero saber si vos vas a estar. Vos canalla. El del grito destemplado. El del pecho caliente. Te estoy mojando la oreja, desde aquí, con el Mineirao casi vacío, donde quedan todavía los ecos de esos cuatro goles infames rebotando en el cemento. Duelen,no? Y...canalla, las finales son así. Vos creías que era fácil? No,viejo. Hay que sufrir, remar, angustiarse, comerse una goleada como ésta, para después ver si podemos ganar. Te espero el martes en el Gigante. Mañana mismo reservá la entrada para la revancha.
Si no conseguimos el título, pensá que vos cumpliste con tu parte              como hincha, estuviste cuando tenías que estar, cuando la mano venía torcida, cambiada, jodida. Ganando va cualquiera, canalla.
Pensá que es mejor así, para que vos también seas importante en el resultado final. Para que no seas simplemente el marco ruidoso de una fiesta, para que vos también seas parte de la historia. Pensálo así, canallón. No vas a perder nada. Si no se dá -porque es difícil, eh?- si no se dá, decía, tu partido lo jugaste. Ahora si llegás a ser campeón, loco, no te vas a olvidar de mí por el resto de tu vida..."
       -Impresionante, master...me emocionaste...estuvo bárbaro.
       -Ahora convencélos vos.

        El 19 de diciembre de 1995 llegué al Gigante de Arroyito a las 6 de la tarde. Me acompañaban Claudio Giglioni, Marcelo Lamberti y Héctor Cainelli. El partido se jugaba a partir de las 10 de la noche. Estábamos exhultantes. Embalados. Sobre excitados. Dispuestos a realizar una transmisión inolvidable. Habíamos armado una previa con los goles de la excelente campaña de Rosario Central a lo largo de toda la Copa Conmebol.
          Fuimos la única radio en estar presente en todos los partidos y la audiencia estaba de nuestro lado. Los canallas, porqué estuvimos siempre con el equipo, con unas coberturas muy completas, realzando cada triunfo, marcando una pronunciada diferencia con el resto de las radios de la ciudad que no le prestaron atención al certamen.
         Hasta los hinchas de Newell's nos escuchaban masivamente. Deseando el tropiezo a cada paso, esperando la caída en cada partido. Habíamos estado toda la semana con la prédica de llenar el estadio.
          La premisa partía de una pregunta que habíamos ideado con Claudio. ¿Dónde vas a estar, canalla, el día que tu equipo va a

jugar la primera final internacional de su historia? En ningún momento dijimos "vení que es fácil, Central va a ganar..."

          Incentivamos a la gente para que llene el estadio, ese era el objetivo. Hablábamos de "el partido de la esperanza" o "el partido de la hinchada" y los convencimos.
         -"El triunfo -si llega- se apoyará en cuatro pilares sólidos, interconectados, dependiendo de cada uno de ellos. El primero serán los jugadores, que sin lugar a dudas van a dejar lo mejor de cada uno en la cancha. El segundo pilar son los dirigentes, que deben poner un precio accesible a la entrada, para que se llene el estadio. El tercero somos nosotros los periodistas. Lamentablemente somos pocos, pero ya han visto la fuerza que estamos haciendo. Los colegas les hablan de quimera, de sueño inalcanzable. De que ya con llegar a la final, cumplimos. Nos critican por mantener la puerta abierta a la ilusión de todos ustedes. Nos tildan de irresponsables. Dicen que los estamos embalando. Claro que sí, los estamos embalando, exigiendo, rogando que llenen la cancha el martes a la noche...”
         -"Canallas, recuerden que soy uruguayo. Crecí escuchando la vieja historia de la más grande hazaña del fútbol. Me hice hombre oyendo hablar de Obdulio Varela y su "cumplimos, si salimos campeones" dicha en el vestuario del Maracaná, de cara al partido más difícil de su vida. En lo único que han acertado los colegas es en que estamos embalando a la gente. Sí, es cierto. Ojalá se embalen todos los canallas de la ciudad y el martes revienten el estadio. Por qué ustedes son el cuarto pilar sobre el que se va a sostener la hazaña. Si es que hay hazaña. No me podés fallar canalla. No te podés fallar a vos mismo. Tenés que estar. Yo voy a ir. Bien temprano para pasar lista..."
Cuando llegamos al estadio los únicos que se encontraban allí eran los técnicos de la TV brasileña. También andaba por los pasillos uno de los dueños de Traffic, la empresa que manejaba los derechos de transmisión de todos los torneos internacionales de la Confederación Sudamericana de Fútbol. Marcos Lázaro tenía la copa en sus manos.
           Nos habíamos conocido en la Copa América de Uruguay a mediados de año, así que vino a saludarnos y nos pidió para dejar la copa dentro de nuestra cabina. Era alta y hermosa. Brillaba. Estiré mi mano y acaricié casi reverente el frío metal de ese magnífico trofeo.
           Inicié la histórica transmisión de esa noche con la copa a mi lado, hablándole:      
         -"Quédate con nosotros...Te queremos acá en Rosario...hemos hablado muy bien de vos...quedate... Te vamos a mostrar en una vitrina grande, vas a ser la primera. Allá en Brasil, ganaron muchas copas, vas a ser una más…quedáte con nosotros.”"
Lázaro me mira con cara de no entender nada. Claudio sonríe.
-Me parece que la convencí -le digo.

          A las siete de la tarde se abren las puertas del estadio y empieza a ingresar la gente.
Muchos se arriman hasta nuestra cabina y nos gritan: ¡Presente! ¡Uruguayo, vine eh?!
          Una hora antes de empezar el partido el Gigante lucía repleto."Hasta las banderas" como dicen los españoles. Cientos de hinchas vinieron a agradecernos por nuestra prédica de toda la semana. Casi todos hablaron en nuestra emisión previa.
          Me quedó grabado en el corazón un hincha morocho, petiso, que vino sostenido por dos amigos, a decirme: -No me hagas hablar, no puedo salir al aire. Anteayer me operaron de la apéndice, me escapé del hospital, mirá...Se levantó la remera de Central y me mostró el vendaje que le cubría la zona afectada.
-Te escuché toda la semana, y no podía faltar. Un nudo se me atravesó en la garganta. La noche era nuestra. El objetivo había sido largamente alcanzado.
          Claudio me aprieta el brazo derecho, lo miro, me dice -No podemos perder.
Sonrío con los ojos nublados por las lágrimas, me mira, le digo -No vamos a perder.
Sonríe, lo miro, me dice -Este es nuestro partido. Sonrío, me mira, le digo -Vamos a ser campeones.

            A los veinte minutos el "Polillita" Da Silva marca el primer gol. Estalló el estadio.
Se desató la locura.
"...empezó a sumar la maquinita canalla. Llegó el primero, faltan tres nada más..."grito al borde de la cordura.
Unos minutos después hay tiro libre para Central, desde una posición muy propicia.
"...es tuya Petaco, eh?...Prendéle cartucho Petaco..." clamo desde el micrófono.
Petaco metió una bomba impresionante y fue la segunda explosión de la noche, partiendo el cielo en miles de gargantas.
"...llegó el segundo, faltan dos ahora para los penales, nada más...hay muchos que empiezan a creer en los reyes magos..."
         Claudio estaba intentando comentar el segundo tanto cuando aparece fulminante por derecha el cabezón Cardetti para convertir el tercero...lo interrumpo para narrar el gol. Saltaba, revoleando sobre mi cabeza la toalla que uso para secarme la transpiración, como si fuera un hincha más en la tribuna. Los plateístas me  invaden la



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cabina. Me abrazan. Gritan enloquecidos. Comparten con nosotros su alegría.
"...que no se rompa la noche, por favor, que no se rompa...Central está cada vez más cerca.Por qué el sueño era posible... CARAJO!!!

           Nos sentíamos dueños del partido, del triunfo. Percibíamos en la piel la presencia de la enorme masa de oyentes que habíamos sabido conseguir. La ciudad nos estaba escuchando. Nos disponíamos a devorarnos el resto de la noche con la tranquilidad del que sabe que ya ganó.
           Pero la cosa -de pronto- se puso difícil. El cuarto gol no llegaba. Se terminó el primer tiempo, arrancó el segundo, los minutos volaban y el gol más importante no llegaba. Tanto remar, tanto nadar y nos íbamos a morir antes de alcanzar la orilla. ¡Dios, no juegues con nuestros corazones!
           Desde estudios centrales me anuncian que Radio Continente de Montevideo está tomando la transmisión. Unos minutos después me avisan que se ha sumado FM Río de Sydney, Australia. Había conocido a los hinchas de Central, instalados en aquella lejana tierra, cuando fuimos con la Selección Argentina a jugar el repechaje a USA 94. Fuimos la única transmisión para Rosario de aquel partido. Los canallas de Sydney inauguraron la filial José Jorge González, en homenaje al lateral uruguayo. Me los podía imaginar reunidos, sufriendo junto a la radio, haciendo fuerza desde el otro lado del mundo. Angustiados, impotentes. Los minutos pasan rápido y el cuarto gol no llega. ¡Eh, Dios, despierta!
           En el último instante del partido, un centro desde la izquierda del Negro Palma a la salida de un córner, cae en el área. Pobersnik la va a buscar y se lleva a dos brasileños que lo marcan. Por detrás surge Carbonari y mete de cabeza la pelota en el arco del autotrol.            
 Se       incendia la noche de tanto grito y tanta histeria. 
El incendio se apaga enseguida por tanta lágrima.
           Tiembla el piso del Gigante. La noche se sacude, enloquecida. Grité hasta la muerte. Volví a la vida. Lloré.
"...Carbonari a forzado con este cuarto gol la definición por penales...y ya no me importa lo que pase...YO HE CUMPLIDO!!!"
            En los penales Dios se puso la camiseta y nos dio una mano enorme. Estoy convencido que hubo mucha Ayuda Divina aquella noche. Y digo NOS, porqué creo que ese partido también lo ganamos nosotros.

            En el último penal, el del título -cuando Da Silva convierte el gol- en la platea de Cordiviola, frente a la cabina de la radio, muchos se dieron vuelta para no ver la definición.
            Me miraban a mí. Cuando veo entrar la pelota, levanto el pulgar y un nudo gigante me cierra la garganta. No grité el gol definitorio. Dejé que gritaran los hinchas. Los cuarenta mil que habían  llenado la cancha como nunca antes. Muchos me dicen hoy: uruguayo, el gol más lindo que gritaste fue aquel del Polillita, el que nos dejaste gritar a nosotros...
             En el caótico y emocionado final de la transmisión alguien le arrebató el micrófono a Claudio cuando estaba intentando hacer un análisis del partido y a los gritos, nos dijo: "...ustedes llenaron el estadio, ustedes llenaron la cancha, ustedes son también campeones..." y se fue a seguir festejando.
             Nos abrazaron, lloraron con nosotros, se llevaron casi todos los papeles, bolígrafos, toallas y cualquier elemento que habíamos usado en la transmisión, como recuerdo.
             Nos hicieron sentir felices por nuestro trabajo y campeones por nuestro esfuerzo.
"...tenía que ser un 19 de diciembre. Para instaurar definitivamente la Fiesta Patria Canalla.
Por aquella del 71 y la palomita festejada "in eternum". Por qué ya tenían a su prócer: Aldo Pedro Poy. Ahora tienen también su Fiesta Patria, la Batalla de Arroyito...Salud  Campeones de la Copa Conmebol...
Esto es lo que vinimos a buscar...se lo ofrecemos a todos los canallas desde el fondo del corazón..." 



Informe recopilado por el periodista:gustavoandreslis@yahoo.com.ar 
consultas whatsapp:3424344410

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